BOUCHERON, LAS TIARAS DE LA BELLE-EPOQUE
Frederic Boucheron, pertenece a esa saga de creadores que destacan por embellecer todo aquello que nos ofrece la naturaleza a partir de las materias primas, a fuerza de la imaginación, la creación y la invención.
Su costado precursor le lleva a ensamblar las piedras de la más extraordinaria belleza con la policromía: lo brillante, lo mate y lo iridiscente.
Pero dejaremos los objetos decorativos para otro momento, hoy haré hincapié en las más preciosas diademas, tiaras y coronas creadas por la maison.
Diadema de diamantes talla brillante que lleva como motivo principal uno de los elementos decorativos por excelencia de este periodo: La Libélula
Un gran trabajo de Boucheron quien nos permite a la vez retirar la pieza central para poder lucirla como broche
Un fantástico “aigrette” formado por un juego de cuatro alas cuajadas de brillantes que convergen en una importante piedra.
Como vemos nuevamente, un elemento de la naturaleza es la pieza que conforma por completo este bellísimo adorno para el cabello.
Una bellísima diadema formada por tres lazos de brillantes en degradé como siempre en estos casos el de mayor tamaño forma el núcleo principal de la pieza.
Pequeña corona de perlas serpenteantes y cintas engastadas con diamantes que dan la impresión de ser tan ligera como el aire. Este trabajo de pura creatividad es verdaderamente moderno y revela una habilidad técnica excepcional.
Esta pieza de los albores del Art Noveau fue diseñada por Paul Legrand uno de los colaboradores más talentosos de Boucheron.
Sin lugar a dudas viendo la fantasía de esta pieza es indiscutible que venga de la mano de un artista como él.
Son muchas las piezas que a partir de 1880 muestran un estilo muy modernista, entre ellas un collar adquirido por el Rey Consorte, Francisco de Asís.
La próxima pieza tendrá como destino una futura reina a la espera de regresar al trono en el cual nunca se sentó.
La princesa Augusta Victoria de Hohenzollern Sigmaringen contraerá matrimonio El 4 de septiembre de 1913, en el Castillo de Sigmaringen, con el rey Manuel II de Portugal.
Entre sus regalos de boda esta bellísima pieza consistente en una sucesión de espirales derivados, o al menos inspirados en, el arte del cerrajero, los motivos de trébol que superan y sostienen la línea serpenteante de la joya contribuyen a la exquisita claridad,refinamiento y coherencia del diseño. llevado meticulosamente. Esta pieza combina de manera atractiva una interpretación sofisticada de estilo y técnica.
También conocida con el nombre de Lirios del Valle o Muguet, vemos como para darle altura se colocó sobre una riviere de brillantes.
Esta bellísima corona compuesta por hojas pavé de brillantes dibuja un grácil movimiento, se apoyan sobre un aro rígido tachonado de brillantes.
Destacando en un juego a doble altura un brillante en solitario sobre el cual descansa una perla alternando una redonda y una en gota fue comprada en 1890 en Boucheron por William Kissam Vanderbilt para su esposa Alva.
Cinco años más tarde, Alva la ofrecerá junto a sus magníficos collares de perlas a su hija Consuelo al contraer matrimonio con el Duque de Marlborough.
En 1913 Consuelo entregará a Boucheron esta corona junto a otra veintena de piezas en diamantes a fin de ser rediseñadas en dos bandeaux suples de diamantes para usar sobre la frente, según la moda de la época.
De un estilo muy similar a la pieza de la foto anterior esta corona más alta también compuesta por flores de brillantes de cuyo interior asoma un pistilo de platino que termina en un brillante en solitario del cual se desprenden 2 delicados elementos que sostienen una bellísima perla en forma de pera alguna más redondeada, otra más alargada.
La destinataria de esta bellísima pieza no será otra que la princesa Alicia de Hesse-Darmstadt.
La escena tendrá lugar en el castillo de Windsor, residencia de la abuela materna de la novia S.M. la reina Victoria I.
El novio S.A.I.R. el gran duque heredero de Rusia el Tsarevich Nicolás.
La novia no puede dejar de esbozar un gesto de admiración ante los regalos con que la obsequian sus futuros suegros , pero especial ilusión le hace el de su prometido.
La delicada corona es a la vez confortable y ligera, donde prevalece más el diseño que las grandes piedras que abundan en el tesoro de los Romanov.
Alix usará durante toda su vida la corona innumerables veces ha sido pintada y /o fotografiada con ella.
Sin lugar a dudas, esta es una de las tiaras más emblemáticas de la maison.
En 1910, Coulot, conocido orfebre realizó en 1910 la Boucheron Wave Tiara, inspirada en la gran ola Kanagawa de Okusai realizada íntegramente en diamantes, que representa las olas rompientes que vemos elevar desde su base.
Pieza icónica del arte japonés que refleja el interés despertado por la milenaria cultura en Europa, tras la apertura de la era Meiji a fines del siglo XIX.
Tiara de incierto destino, quizás realizada como capricho y de la que sólo conocemos de ella esta imagen.
En 1901 una increíble corona de diamantes con diseño de hoja de papiro a doble altura ligeramente elevada de su base fue encargada a Boucheron por Lady Margaret Greville.
Importante figura de la sociedad londinense anfitriona y filántropa, viuda muy joven e íntima amiga de la reina Mary, cultivaría una gran amistad con la duquesa de York, en cuya casa Polesden Lacey los duques pasarían su noche de bodas.
A su muerte, en 1942, llegaría a la reina Isabel, madre de la actual soberana con mis más afectuosos pensamientos sus más importantes alhajas las cuales llegaron al palacio de Buckingham en una gran caja negra de latón.
Entre las piezas heredadas esta fantástica joya pero la cual había sido varias reformas una en 1910 donde encara su desmonte para acomodar las flores de papiro sobre una base -ya que era una pieza muy imponente- en 1919 indica al joyero que la abra a fin de llevarla sobre la frente a modo de bandeau, tan en boga en aquella época.
Este nuevo cambio no la satisfaría y finalmente en 1921, la diadema vuelve a la joyería para ser desmantelada por completo y convertirse en una nueva pieza de la que Lucien Hirtz -jefe de diseño de Boucheron- creó un importante bandeau de diseño geométrico en forma de panal de abeja. Este diseño fue uno de los más llamativos e inusuales con 7 cm de altura y 21 de largo, comprendido en nueve secciones y formando una banda ancha de hexágonos entrelazados, donde cada uno de ellos, cada enmarca un gran brillante y dos más pequeños.
Bajo esta forma la pieza es recibida por la reina Isabel.
En 1953, Cartier recibiría el encargo de aumentar la altura de la tiara reorganizando los grupos de brillantes graduados en la parte superior en triángulos, agregando brillante de uno de los broches de la reina que había creado la casa Cartier en 1949 y un diamante talla navette central.
En 1907 la maison Boucheron creará para la princesa Maria Pavlovna Abamelek-Lazareva — hija del príncipe Demidov de San Donato- una de las piezas ícono de esta época que aún existe.
Su sobrino, el príncipe Pablo de Yugoslavia contraería matrimonio en 1923 con la princesa Olga de Grecia y Dinamarca y poco a poco ella le fue pasando su colección de joyas a la esposa del príncipe Pablo quien las luciría con singular elegancia.
Esta imponente tiara destaca por su diseño de follaje abierto, tan en boga en la época, cuyas margaritas centrales lucen un diamante de color amarillo pálido, rodeado de pequeños diamantes. Con el tiempo se le agregaría una base de diamantes para así darle más empaque al conjunto.
Tiempo después, sería la princesa Bárbara -segunda esposa del príncipe Alejandro de Yugoslavia, hijo de Pablo- quien luciría la fantástica joya.
Este es uno de los más raros ejemplos en este tipo de joya, que permanecen tal cual fueron concebidos. Toda esta clase de espectaculares y voluminosas tiaras fueron reformadas para así adaptarlas a las modas de los años 30.
El 7 de noviembre 1898 Lady Mary Curzon se hace presente en la maison Boucheron, para encargar una fastuosa diadema (ella ya tenía una idea muy clara de lo que quería: le encantaba la corona que solía llevar su amiga Consuelo, duquesa de Marlborough imponente) con presencia y más teniendo en cuenta que su esposo Lord Curzon, había sido designado Virrey en la India.
En Calcuta ella tendría el status de una reina y debía dar la imagen de una soberana.
Una fantástica tiara-corona de diamantes con motivos de flores de lis, con un cierto aire gótico.
Alva Vanderbilt se encuentra exultante, la boda de su joven hija Consuelo con Charles Richard Spencer-Churchill, Su Gracia el noveno duque de Marlborough es un hecho, si bien a sido producto de un chantaje, es en realidad una venganza, contra esa alta sociedad de Nueva York que una vez osó darle vuelta la cara.
Frederic Boucheron no da crédito a lo que ven sus ojos, si bien se halla acostumbrado a ver pasar por sus manos las más bellas joyas del orbe, pero en esta ocasión no puede retener su emoción.
Alva obsequiará a su hija con sus más espectaculares collares de perlas entre ellos uno que fue propiedad de la Emperatriz Eugenia de Francia y que también perteneció a Esther Pauline Thèrése Blanche Lachmann, conocida como La Païva.
Treinta y cuatro maravillosas perlas,gruesas como una nuez que pesan 1046 granos, separadas una de la otra por una fina rueda de diamante tallado.
Un segundo proveniente de una famosa colección rusa acompañaría al anterior.
Más aún un sautoir de 178 perlas que pesan 2290 granos, otra hilera de 49 perlas para llevar “a diario”, un collar de chien formado por once vueltas de pequeñas perlas adquirido en Boucheron en 1890.
Todas esta maravillas fueron enfiladas en hilo de seda por la maison Boucheron.
Su padre William Kissam Vanderbilt le obsequiara con una espectacular corona, la joya por excelencia de la Belle Epoque que calza perfectamente en aquellos chignones en forma de brioche, tan populares en esta época.
1091 diamantes que pesan entre 1 y 10 quilates, los más pequeños en talla rosa y una impresionante piedra talla pera de 23 quilates que será la piedra central de esta maravillosa joya aparte de otros obsequios por supuesto entre ellos un broche en forma de trébol realizado también en gruesos brillantes talla pera.
Diez años más tarde el matrimonio acaba en divorcio, y en 1913 Consuelo dejará en Boucheron más de veinte fantásticas piezas de joyería para ser reformadas. Una nueva etapa de su vida había comenzado.
The Breakers 3 de agosto de 1896, todo a punto en minutos Gertrude Vanderbilt será acompañada al altar por su padre Cornelius Vanderbilt.
Una bellísima diadema de diamantes en estilo corona adornada por 18 diamantes talla pera pesando la más importante 24 quilates (un quilate más que la de su prima). El collar que la acompaña llevará 13 grandes diamantes en forma de pera pesando el mayor 15 quilates, un collar de red compuesto por nudos de diamantes y rubíes.
Fuentes: Archivo personal, Boucheron, Vincent Meylan, Henri Vever.
Frederic Boucheron belongs to that saga of creators who stand out for beautifying everything that nature offers us from raw materials, by dint of imagination, creation, and invention.
His precursor side leads him to assemble stones of the most extraordinary beauty with polychromy: the shiny, the matte, and the iridescent.
But we will leave the decorative objects for another time, today I will focus on the most precious tiaras, tiaras, and crowns created by the Maison.
Brilliant-cut diamond tiara with the main motif of one of the decorative elements par excellence of this period: the Dragonfly.
A great work of Boucheron who allows us at the same time to remove the central piece to wear it as a brooch.
A fantastic “aigrette” is formed by a set of four wings studded with rhinestones that converge on an important stone.
As we can see again, an element of nature is the piece that makes up the whole of this beautiful hair ornament.
A beautiful headband made up of three diamond bows in degradé as always in these cases, the largest one forms the main core of the piece.
A small crown of meandering pearls and ribbons set with diamonds gives the impression of being as light as air. This work of pure creativity is truly modern and reveals exceptional technical skills.
This piece from the dawn of Art Noveau was designed by Paul Legrand one of Boucheron’s most talented collaborators.
Undoubtedly seeing the fantasy of this piece it is indisputable that it comes from the hand of an artist like him.
There are many pieces from 1880 that show a very modernist style, including a necklace acquired by King Consort, Francis of Assisi.
The next piece will be destined for a future queen waiting to return to the throne on which she never sat.
Princess Augusta Victoria of Hohenzollern Sigmaringen was to be married on September 4, 1913, at Sigmaringen Castle, to King Manuel II of Portugal.
Among her wedding gifts this beautiful piece consisting of a succession of spirals derived from, or at least inspired by, the art of the locksmith, the clover motifs that surmount and support the meandering line of the jewel contribute to the exquisite clarity, refinement, and coherence of the design. meticulously worn. This piece attractively combines a sophisticated interpretation of style and technique.
Also known by the name of Lilies of the Valley or Muguet, we see how to give it the height it was placed on a riviere of brilliants.
This beautiful crown composed of brilliant pavé leaves draws a graceful movement, resting on a rigid ring studded with diamonds.
Highlighting in a double-height set a solitaire brilliant on which rests a pearl alternating around and a drop was purchased in 1890 in Boucheron by William Kissam Vanderbilt for his wife Alva.
Five years later, Alva will offer it together with her magnificent pearl necklaces to her daughter Consuelo when she marries the Duke of Marlborough.
In 1913 Consuelo will give to Boucheron this crown along with another twenty pieces in diamonds to be redesigned in two diamond bandeaux supple to wear on the forehead, according to the fashion of the time.
Of a very similar style to the piece in the previous photo this higher crown is also composed of flowers of brilliant-cut diamonds from whose interior a platinum pistil peeps out, ending in a solitary brilliant from which 2 delicate elements are detached holding a beautiful pear-shaped pearl, one more rounded, the other more elongated.
The recipient of this beautiful piece will be none other than Princess Alice of Hesse-Darmstadt.
The scene will take place at Windsor Castle, the residence of the bride’s maternal grandmother H.M. Queen Victoria I.
The groom H.R.H.I.R. the hereditary grand duke of Russia Tsarevich Nicholas.
The bride can’t help but smile in admiration at the gifts presented to her by her future in-laws, but she is especially thrilled by the one from her fiancé.
The delicate crown is both comfortable and light, where the design prevails over the large stones that abound in the Romanov treasure.
Alix will wear the crown throughout her life and has been painted and/or photographed wearing it countless times.
Undoubtedly, this is one of the most emblematic tiaras of the Maison.
In 1910, Coulot, a known goldsmith made 1910 the Boucheron Wave Tiara, inspired by the great Kanagawa wave of Okusai made entirely in diamonds, representing the breaking waves that we see rising from its base.
An iconic piece of Japanese art that reflects the interest awakened by the millenary culture in Europe, after the opening of the Meiji era in the late nineteenth century.
Tiara of uncertain fate, perhaps made as a whim and of which we only know this image.
In 1901 an incredible diamond crown with a double-height papyrus leaf design slightly elevated from its base was commissioned from Boucheron by Lady Margaret Greville.
An important figure of the London society, hostess and philanthropist, very young widow, and close friend of Queen Mary, she would cultivate a great friendship with the Duchess of York, in whose house Polesden Lacey the dukes would spend their wedding night.
At her death, in 1942, Queen Elizabeth, mother of the current sovereign with my fondest thoughts, would receive her most important jewels which arrived at Buckingham Palace in a large black brass box.
Among the pieces inherited this fantastic jewel but which had been several reforms, one in 1910 where she dismantled it to accommodate the papyrus flowers on a base — since it was a very imposing piece — in 1919 she indicated to the jeweler to open it in order to wear it on the forehead as a bandeau, so in vogue at that time.
This new change would not satisfy her and finally, in 1921, the tiara returned to the jewelry to be completely dismantled and become a new piece from which Lucien Hirtz — Boucheron’s chief designer — created an important bandeau with a geometric design in the shape of a honeycomb. This design was one of the most striking and unusual with 7 cm in height and 21 in length, comprised of nine sections and forming a wide band of interlocking hexagons, where each of them, framing a large brilliant and two smaller ones.
In this form, the piece is received by Queen Elizabeth.
In 1953, Cartier would be commissioned to increase the height of the tiara by rearranging the groups of graduated brilliants at the top into triangles, adding brilliants from one of the queen’s brooches that Cartier had created in 1949 and a central navette-cut diamond.
In 1907, the Maison Boucheron was created for Princess Maria Pavlovna Abamelek-Lazareva — daughter of Prince Demidov of San Donato — one of the iconic pieces of this era that still exists today.
Her nephew, Prince Paul of Yugoslavia would marry Princess Olga of Greece and Denmark in 1923, and little by little she would pass on her jewelry collection to Prince Paul’s wife, who would wear it with singular elegance.
This imposing tiara stands out for its open foliage design, so in vogue at the time, whose central daisies show a pale yellow diamond, surrounded by small diamonds. Over time, a diamond base would be added to give it a more attractive look.
Sometime later, it would be Princess Barbara -second wife of Prince Alexander of Yugoslavia, son of Paul- who would wear the fantastic jewel.
This is one of the rarest examples of this type of jewelry, which remains as it was conceived. All these kinds of spectacular and voluminous tiaras were reshaped in order to adapt them to the fashions of the 1930s.
On November 7, 1898, Lady Mary Curzon went to the Maison Boucheron to order a lavish tiara (she already had a very clear idea of what she wanted: she loved the crown that her friend Consuelo, the imposing Duchess of Marlborough, used to wear) with presence, especially since her husband, Lord Curzon, had been appointed Viceroy in India.
In Calcutta, she would have the status of a queen and had to give the image of a sovereign.
A fantastic diamond tiara-crown with fleur-de-lis motifs, with a certain gothic air.
Alva Vanderbilt is exultant, the wedding of her young daughter Consuelo to Charles Richard Spencer-Churchill, His Grace the ninth Duke of Marlborough is a fact, although it has been the product of blackmail, it is, in reality, an act of revenge, against that high society of New York that once dared to turn her face upside down.
Frederic Boucheron does not believe his eyes, although he is used to seeing the most beautiful jewels in the world pass through his hands, on this occasion he cannot hold back his emotion.
Alva will present her daughter with her most spectacular pearl necklaces among them one that was a property of the Empress Eugenia of France and that also belonged to Esther Pauline Thèrése Blanche Lachmann, known as La Païva.
Thirty-four marvelous pearls, as thick as a walnut, weighing 1046 grains, separated one from the other by a fine-cut diamond wheel.
A second one from a famous Russian collection would accompany the previous one.
Still more a sautoir of 178 pearls weighing 2290 grains, another row of 49 pearls to wear “daily”, a choker necklace made up of eleven strands of small pearls acquired in Boucheron in 1890.
All these marvels were strung on silk thread by the Maison Boucheron.
Her father William Kissam Vanderbilt presented her with a spectacular crown, the quintessential jewel of the Belle Epoque that fits perfectly in those brioche-shaped chignons, so popular at the time.
1091 diamonds weighing between 1 and 10 carats, the smallest ones in rose cut and impressive pear-cut stone of 23 carats that will be the center stone of this wonderful jewel apart from other gifts of course including a clover-shaped brooch also made of thick pear cut diamonds.
Ten years later the marriage ended in divorce, and in 1913 Consuelo left Boucheron more than twenty fantastic pieces of jewelry to be refurbished. A new stage in her life had begun.
The Breakers August 3, 1896, all set in minutes Gertrude Vanderbilt will be escorted to the altar by her father Cornelius Vanderbilt.
As months ago, on the occasion of the wedding of her cousin Consuelo, the corbeille de marriage will be made in Boucheron, and given the “rivalry” between Alva and her sister-in-law Alice, the jewels offered this time, are said to be double in value to those received by the Duchess of Marlborough.
A beautiful crown-style diamond tiara adorned with 18 pear-cut diamonds, the largest weighing 24 carats (one carat more than her cousin’s). The accompanying necklace will have 13 large pear-shaped diamonds, the largest weighing 15 carats, a net necklace composed of knots of diamonds and rubies.